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Biografía de María Enriqueta Camarillo y Roa

Infancia y primeros años en Coatepec

María Enriqueta Camarillo y Roa  nació el 19 de enero de 1872 en Coatepec, Veracruz, en una casa ubicada en la calle Jiménez del Campillo, donde se conserva una placa conmemorativa.

Sus primeros años transcurrieron en Coatepec, disfrutaba de las delicias de esta provincia agrícola dando paseos por las fincas naranjeras, bañándose en los arroyos y las pozas de La Marina y del río Suchiapan. Gustaba de cultivar flores, beber leche recién ordeñada y criar gallinas.

Su biógrafo, Vladimir Yakovlev, la describe como una niña robusta, de semblante amable con hermoso cabello rubio que le llegaba hasta la cintura, ojos negros y expresivos con el mismo sello de melancolía que los de su madre. Era compasiva y piadosa, de carácter alegre, pero con cierto matiz de tristeza, muy pensativa, a veces sufría presa de una angustia extraña que nadie podía explicar.

Sus memorias reflejan que su niñez no fue enteramente feliz; su espíritu excesivamente sensible, aunado a lo que ella califica como una extraña susceptibilidad, la hacían sufrir constantemente, llenándole la cabeza de presentimientos y angustias inexplicables en los momentos aparentemente más tranquilos y gozosos.

Muchos de sus cuentos, como “La puerta verde” de la colección De enigma y símbolo (1926), tienen tintes autobiográficos y remiten a su niñez. Otros relatos que reflejan esta etapa incluyen “La mano de mi padre”, “Una culebra”, “Esquilo y Béquer” y “Urgente”.

Traslado a la Ciudad de México y formación académica

En 1879 la familia de María Enriqueta se trasladó a la Ciudad de México cuando su padre fue electo diputado federal. Durante este período, María Enriqueta estudió en el Conservatorio Nacional, donde se formó como pianista.En 1894, comenzó a publicar sus escritos en revistas literarias destacadas de la época, tal como El Universal.

En 1896 la familia dejó la Ciudad de México para trasladarse a Nuevo Laredo, donde su padre fue administrador del timbre. María Enriqueta mantuvo sus colaboraciones con medios de la capital.

Vida matrimonial y experiencias en el extranjero

El 7 de mayo de 1898 contrajo matrimonio con Carlos Pereyra, historiador y diplomático. En 1910, Carlos Pereyra comenzó su carrera diplomática como encargado de negocios en Cuba, marcando el inicio de la vida de María Enriqueta en el extranjero. Posteriormente, vivieron en Washington, D.C., antes de mudarse a Europa. Durante su estancia,escribió poemas como “Señas Claras” y “Ruego”, que fueron parte del Álbum Sentimental.

En 1913 María Enriqueta y Carlos Pereyra, junto a su sobrino Miguel Pereyra y el hermano de María Enriqueta, Leopoldo Camarillo, se trasladaron a Bruselas, donde Carlos fue nombrado embajador de México en Bélgica y Holanda. Al estallar la Primera Guerra Mundial, María Enriqueta y Carlos Pereyra se refugiaron en Lausana, Suiza, un país neutral.

En 1916 se trasladaron a Madrid, donde vivirían el resto de su vida en pareja. En 1923 Muere su hermano Leopoldo, después de seis años de enfermedad, su único pariente directo y que para María Enriqueta había sido como un hijo, lo que le produce un profundo dolor.  La pareja se mudó a un chalet en las afueras de Madrid en 1925, disfrutando de años de tranquilidad.

Últimos años y legado

En 1942, falleció Carlos Pereyra y María Enriqueta quedó sola en Europa. En 1948, regresó a México con los restos de su esposo, que fueron depositados en su natal Coahuila. María Enriqueta se instaló en la Ciudad de México en la colonia Santa María la Ribera, donde había vivido anteriormente con su esposo.

El 12 de febrero de 1968, María Enriqueta falleció a los 96 años, dejando un vasto legado literario compuesto por poemas, novelas, cuentos, relatos de viaje, textos para niños, música y dibujos. Sus restos descansan en el panteón municipal de Coatepec, donde se le han rendido diversos homenajes póstumos. María Enriqueta mantuvo un vínculo constante con Coatepec, como lo demuestran sus visitas y las cartas y libros dedicados afectuosamente a sus amigos en su tierra natal.